
Total no hice mucho caso y estando en Puebla, pues como salia solo, mi unica compañía era mi iPod Shuffle, desde que salia de la casa hasta que regresaba traía los audifonos pegados. Siempre he sido cuidadoso en pasarme las calles y avenidas, el hecho de manejar ayuda a estar conciente de eso, peeero... no contaba que sería victima de mi iPod... en un momento al cruzarme una avenida, bajo la banqueta, doy un paso y derepente un auto casi sobre mi pierna, no lo senti, no lo escuché, no lo pensé, solo vi la cara del conductor y sus labios quizá diciendome alguna grosería. Mi unica reacción quitarme los audifonos y recordar la publicidad que les mencioné.
Independientemente de eso, el iPod y otros reproductores que ultimamente se han popularizado dia con dia y que cada vez se ven en las manos y oidos de las personas, no solo nos pueden matar por un accidente en la calle, si no que nos van matando en la relación con el otro, encapsulandonos en nuestra música, prohibiendonos la oportunidad de poder escuchar al de junto y prohibiendoles tambien que se atrevan a hablarnos. No estoy en contra de su uso, pero como todo exceso causa mal. A veces es necesario escuchar los sonidos de la urbe para sentir que estamos ahi, y otras veces es padre ponerle soundtrack al camino de regreso a casa.
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